6/6/14

Marilyn Monroe y Albert Einstein, ¡y la inteligencia!

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He leído que, en una de las reuniones de la sociedad de la época, se encontraron Marilyn Monroe y Albert Einstein. Marilyn, que no encontró tema de conversación al situarse frente a Einstein, decidió proponerle matrimonio: “Qué dice, profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?" Einstein, que no cambió  su gesto serio después de la proposición, contestó: “Desafortunadamente temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia”.

También he leído que Marilyn Monroe tenía un coeficiente intelectual de 165 superando al 160 de Albert Einstein y el 152 de Stephen Hawking. ¿Algo falla con los tests de inteligencia, o la inteligencia es sólo una de tantas cosas en la vida, y quizá no la más importante? Marilyn parece que fue muy infeliz por no ser madre y formar una familia. ¿Quizá no es lo mismo la inteligencia para un hombre y para una mujer? ¿Hay varias inteligencias, o es cierto que los muy inteligentes son poco listos para las relaciones sociales, el emparejamiento y tener descendencia, hasta el punto de que se les puede llamar "clever sillies"? ¿Quizá un exceso de inteligencia acarrea una falta de sentido común? Einstein tampoco dio mucho en el clavo con las relaciones de pareja, pero sí tuvo descendencia, con desigual fortuna y se acabó casando con una prima suya, tras divorciarse, y parece que el físico consideraba algo relativa la fidelidad.... Marilyn también tuvo algún que otro divorcio, pues se casó primero con un policía, luego con un deportista y finalmente con un dramaturgo.

Quizá, después de todo, Einstein, rechazando a Marilyn, no fue tan listo, ¿o sí lo fue? A veces me parece que con la inteligencia sucede un poco como con la buena suerte o mala suerte, que la cosa no está tan clara, como cuenta esta historia sobre la suerte




¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: "¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?" Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: "¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?". Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?". Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
 
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